¿Debería añadir un “española” al final? La verdad es que no lo sé, pero bueno…

Todos sabemos que los empresarios destacan por su buen ojo para ganar dinero (o para intentarlo, claro está) y son jugadores que intentan tener la sarten por el mango para sus empleados, algo lógico; pero que llegan al punto en que aniquilan al propio empleado en la búsqueda del máximo beneficio.

Básicamente ésto viene por contar lo que pasa desde hace tiempo en casi toda empresa pequeña/mediana del ámbito que conozco no-informático-madrileño. Más o menos se puede resumir en contratos temporales en los que, para no ganar antigüedad en la empresa, van rotando el nombre de la empresa en la que trabajas (porque los dueños son los mismos) y así, colateralmente, te obligan a declarar continuamente a Hacienda, la cuál somos todos, pero unos más que otros.

Y si encima, añadimos un caso que conozco, en el que te lo hacen sin darte explicaciones a la hora de renovar (porque claro, no se da el contrato, sino que te dicen dónde firmar directamente…) y que te enteras de que trabajas para otra empresa gracias a la carta que te llega con tu vida laboral… pues mosquea. Pero si encima añadimos que ni siquiera te finiquitan con la cantidad que te deben pues se te queda cara de tonto, la verdad.

Añadimos perlas como que el IPC no se conoce (bueno, realmente eso suele ser ya en casi todo tipo de trabajo) y que, por tanto, se niegan a subir el sueldo con el que ya casi ni se llega a final de mes… Es decir, un auténtico asco.

Puedo dar gracias de que en todos los contratos de trabajo que he ido firmando a lo largo de mi vida, todos han sido indefinidos directamente (bueno, exceptuando uno que hice durante dos meses en un verano entre curso y curso… pero eso no cuenta ;P) y no he tenido que pasar nunca por estos meollos, pero desde luego sí que tiene que ser desquiciante el ver como juegan contigo como si fueras un mero espectador de todo ese circo legal “que te protege”.