Entre los regalos de Navidad que tuve este año, se encontraron dos regalitos que vinieron a complementar mi Olympus E-500 (ainss, aun me acuerdo cuando era la única del mercado que se autolimpiaba…): un trípode y una mochila de transporte en condiciones.

El trípode es un señor trípode, con bolsa de transporte, expandible rápidamente hasta 1.70m y muy liviano. Lo gracioso fue que me lo llevé directamente a Salamanca sin pensar en darle un repaso previo para dominarlo y claro, cuándo algo tiene cosas para hacer que no pierdas el tiempo en prepararlo, lo más normal es que pierdas muuucho tiempo buscando como demonios se colocan las cosas… Y eso con una temperatura bastante inferior a las 0 grados, lo cuál le dio mucha más emoción al asunto y casi se pudo jugar al ping-pong con las burbujas de los niveles xD

Y el otro complemento es una mochila en condiciones. Hasta ahora llevaba la cámara y los dos objetivos en una pequeña “bolsa-maletín” de hombro, en la cuál no me entraba nada más y se volvía un pequeño horror el no matarte con ella. Pero ahora, gracias a la mochila, llevo la cámara directamente montada con un objetivo siempre, el otro objetivo, los parasoles, cargador, botella de agua y galletas (muy importantes ^^U), móvil, cartera, y un sinfín de cosas en sus múltiples bolsillos y además es totalmente impermeable… Ah, y además se le puede enganchar el trípode de una forma extraña :D

Así que sí, el fin de semana parecía un explorador/guerrillero con ansias de fotografiar masivamente y seguro que a más de uno le di miedo, sobre todo cuando entraba en cualquier parte y me giraba :D