Sí señores, ha tocado… Después de 30 años he tenido que renunciar a una parte de mi por el bien común, es decir, el mío…

Ainsss, visitar al dentista con el objetivo de que haga desaparecer a una fiel compañera, siempre es algo difícil. Encima es que parece que ella lo sabe, porque se hace notar en sus últimos momentos de pseudo vida.

Pero es que la muy maldita muela del juicio se sentenció cuando decidió que un flemón haría que estuviera a la moda; lo que no pensó es que quizás yo no pensara lo mismo.

Así que después de una cita en la que anunció su muerte, acudí al señor dentista para que volatizara su presencia. Todo empezó rápido, un rápido vistazo y una punzada con anestesia para hacer su desaparición más sencilla.

Mas claro, las cosas hay que hacerlas científicamente y, para el recuerdo, dos radiografías se hicieron, en dónde se pudieron ver las interiorirades de lo que iba a morir. Un vistazo, otro vistazo y así durante un buen rato.

Y es que al principio la idea era cortar para quitar (y es que nadie quiere marcharse así por las buenas), pero luego, después de mucho mirar sus radiografías, decidió hacerlo de otra forma… Quizás la marcha sería sencilla (eso sí, otros dos pinchazos antidolor de por medio). Un tirón por un lado, otro tirón por el otro y, finalmente otro más en otra dirección (y más que mirando la muela, mirando las radiografías) y, sniffff, allí salía la srta muela, en sus últimos estertores.

¡Adios muela! ¡Allí donde estés espero que todo te vaya bien! Snifff