En nuestro mundo enfrascado en la alta tecnología, en dónde haces clic y un mail se manda con la esperanza de no tardar más de un par de segundos en llegar a su destino (cruzando los dedos para que no acabe en el spam, claro :P ), es un poco extraño volver al mundo real en dónde Correos nos da la muestra de su poderío…

Y es que por diferentes imposiciones del mundo (véase recibos, cosas que no son datos – a la espera de la teletransportación, por supuesto, y cosas similares) tenemos que seguir haciendo uso de este sistema que, aunque a veces se desee pensar lo contrario, es toda una muestra de como el caos (miles de cartas / paquetes saliendo de todas partes y yendo a lugar más recónditos todavía) puede llegar a cumplir su objetivo.

Pero, cómo todo, tiene su lado perverso. ¿No os parece que últimamente Correos está funcionando de una manera más errática? En lo que llevo de año, varias cartas nunca me han llegado (y lo gracioso fue una que era el recibo del gas… y como no está domicializado, si no hubieran mandado una carta de aviso de que o pagas o te cortamos, me hubiera quedado sin gas), otras variadas, hasta otra que es el borrador de la declaración de la renta que desde la página web marca que ha sido enviado hace un par de semanas y sigue sin llegar (mientras que en mi casa de Ponferrada, que es el destino, todos la tienen ya…) Ah, y añadamos a esa lista también un par de paquetes que sigo esperando después de tiempos inmemoriales O_O

Los motivos se me podrían escapar pero creo que no. Si no me equivoco, desde la privatización de Correos todo ha ido a peor. Y es que es algo normal, una empresa (por lo menos una española) no busca una optimización de recursos para hacer mejor su trabajo… por supuesto que no; una empresa española busca una degradación de servicios para poder ganar más dinero, he ahí el quiz de la cuestión: si reduces la plantilla efectiva y aumentas los servicios a ofrecer, ¿cómo demonios esperas que sea un servicio de calidad?

Sinceramente sigo pensando que ciertos servicios nunca se deberían separar del estado, sobre todo el sanitario (los desastres entre las diferentes comunidades autónomas son la evidencia de que un servicio como ese debería estar regulado a nivel estatal) aunque éste tampoco debiera quedarse en un lugar olvidado, como parece que sucede ahora que está en el mundo privado.